Como toda temporada que se precie en mis últimos años de deportista, siempre hay una lesión que me hace la puñeta. En este caso es la dichosa ingle, que, pese a que en las últimas semanas la he estado tratando, después de la primera semana un poco en serio de entrenamiento, vuelve a darme la lata.
Mañana voy al fisio por una ración de tortura a ver si puede arrojar algo de luz.
Aunque solo sea por hacer algo en el pueblo, tenía mucha ilusión en hacer este triatlón. Hoy me conformo con poder hacerlo a trote cochinero.
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